Saudade sabe a Lisboa, una palabra preciosa, de difícil traducción…un concepto clave en la cultura portuguesa, una emoción que parece algo próximo a la nostalgia. Hay una joyita de texto del brasileño Miguel Falabella, que intenta explicar su significado:
“Agarrarse el dedo con una puerta duele. Golpearse la cara contra el piso, duele. Torcerse el tobillo, duele. Una bofetada, una trompada, un puntapié, duelen. Duele golpearse la cabeza con el borde de la mesa, duele morderse la lengua, una caries y piedras en los riñones también duelen. Pero lo que más duele es la saudade. Saudade de un hermano que vive lejos. Saudade de una cascada de la infancia. Saudade del gusto de una fruta que no se encuentra más. Saudade del papá que murió, del amigo imaginario que nunca existió…Saudade de una ciudad. Saudade de nosotros mismos, cuando vemos que el tiempo no nos perdona.
Duelen todas estas saudades. Pero la saudade que más duele es la saudade de quién se ama. Saudade de la piel, del olor, de los besos. Saudade de la presencia y hasta de la ausencia consentida. Vos podías quedarte en la sala, y ella en el cuarto, sin verse, pero sabiéndose ahí. Vos podías ir para el dentista y ella para la facultad, pero se sabían allí. Vos podías pasar el día sin verla, ella el día sin verte, pero sabían del día de mañana. Pero cuando el amor de uno acaba, o se torna menor, al otro le sobra una saudade que nadie sabe cómo detener.
Saudade es básicamente no saber. No saber más si ella continúa sufriendo en ambientes fríos. No saber si él continúa sin afeitarse por causa de aquella alergia. No saber si ella todavía usa aquella mini. No saber si él fue a la consulta con el dermatólogo como prometió. No saber si ella se alimentó bien últimamente por causa de esa manía de estar siempre ocupada. Si él estuvo yendo a las clases de inglés, si aprendió a entrar en la Internet y encontrar la página del Diario Oficial. Si ella aprendió a estacionar entre dos coches. Si él continúa prefiriendo la cerveza oscura. Si ella continúa prefiriendo jugo de naranja. Si él continúa sonriendo con aquellos ojitos apretados… Si ella sigue bailando de aquella forma enloquecedora…Si él continúa cantando tan bien. Si ella continúa detestando Mc Donald’s. Si él continúa amando. Si ella sigue llorando hasta en las comidas.
Saudade realmente es no saber. No saber qué hacer con los días que son más largos, no saber cómo encontrar tareas que detengan el pensamiento, no saber cómo frenar las lágrimas al escuchar esa música, no saber cómo vencer el dolor de un silencio…Saudade es no querer saber si ella está con otro y al mismo tiempo querer. Es no saber si él está feliz y al mismo tiempo preguntar a todos los amigos por eso…Es no querer saber si él está más flaco, si ella está más linda.
Saudade es nunca más saber de quien se ama y mismo así doler. Saudade es ésto que sentí mientras estaba escribiendo y lo que vos, probablemente, estés sintiendo ahora después de leer…En alguna otra vida, debemos haber hecho algo muy grave para sentir tanta saudade…”
El sentimiento de añoranza forma parte de nuestra historia personal y, a veces, se entromete en nuestra cotidianidad para que le hagamos un espacio. Nos invaden imágenes, palabras, sensaciones pasadas
aunque enseguida regresemos al ahora, admirando serenamente cómo la vida es puro movimiento. La nostalgia es muy atractiva porque el pasado tiene una pureza y una candidez que ni el presente ni el futuro poseen.
A veces, la nostalgia duele. Es una especie de lamento por las pérdidas de nuestra vida, el recuerdo de experiencias que han significado mucho para nosotros. Otras veces, es un elogio del pasado. Milan Kundera escribe "El crepúsculo de la desaparición lo baña todo con la magia de la nostalgia”. Cuando aparece así, hay que vivirla desde la gratitud. Poder mirar atrás lo vivido, con calma y tranquilidad, sin evitarlo, integrándolo dentro del inmenso don de haber podido vivir momentos de tanta plenitud. También la nostalgia tiene mucho que ver con la idea del regreso a casa como símbolo del encuentro con la propia paz interior. La nostalgia como refugio seguro es un fenómeno sobre el que ha escrito Frank Furedi, sociólogo de la Universidad de Kent, que afirma que “la creciente inclinación por la nostalgia entre los adultos es un síntoma de la profunda inseguridad que se siente hacia el futuro”. Aliosha, un personaje de la novela de Dostoievski, Los hermanos Karamazov, decía “que lo mejor que podemos proporcionarle a un niño son recuerdos sagrados de su infancia”.
La nostalgia, bien vivida, es un refugio momentáneo , un oasis donde reponer fuerzas. Alan R. Hirsch, psiquiatra y profesor de la Universidad de Chicago afirma que “la nostalgia, más que relacionada con un recuerdo específico, lo está con un estado emocional”. En un experimento de la Universidad de Southampton pidieron a un grupo de jóvenes que recordaran su pasado. Los que evocaron recuerdos nostálgicos se sentían más felices que quienes recordaron aspectos de su pasado que no les emocionaron. Los autores del estudio afirman que “la nostalgia conlleva sentimientos positivos, aumenta la autoestima, fomenta las relaciones sociales y alivia la angustia existencial”. Se añoran las emociones positivas y éstas desempeñan un papel importante en nuestra identidad porque nos ayudan a elevar la autoestima.
Los regalos de este post: una curiosidad nostálgica…la página web y la página de Facebook Yo fui a EGB (
http://www.yofuiaegb.com/), nostalgia en estado puro de los iconos de los setenta, los ochenta y los noventa, con más de 500.000 seguidores en Facebook y unos 40.000 visitas al día en la web.
un poema de Mario Benedetti…
¿De qué se nutre la nostalgia?
Uno evoca dulzuras
cielos atormentados
tormentas celestiales
escándalos sin ruido
paciencias estiradas
árboles en el viento
oprobios prescindibles
bellezas del mercado
cánticos y alborotos
lloviznas como pena
escopetas de sueño
perdones bien ganados
pero con esos mínimos
no se arma la nostalgia
son meros simulacros
la válida la única
nostalgia es de tu piel
…Y una canción para disfrutar: SAUDADE de Julieta Venegas y Otto
Todos los besos