Prometo llenar el silencio cuando faltan tus palabras


Hay días que expresamos  y decimos muchas cosas sin decir nada. Unos días hablamos con palabras y otros con silencio. Nos cuesta comprender el silencio. José Luis Martín Descalzo dice: "En realidad todas las cosas verdaderamente importantes ocurren en el silencio: se cree en silencio, se sueña en silencio, se ama en silencio, se piensa en silencio, se vive en silencio, hasta la misma muerte se acerca a los hombre con pies de terciopelo". Neruda escribe “Me gusta amarte en silencio porque tengo la esperanza de que tú también lo hagas”.
El ruido forma parte de nuestro entorno pero el silencio no es la ausencia de ruido fuera…Hay un ruido que sí podemos silenciar, el interior. Tenemos cada día entre cuarenta mil y sesenta mil pensamientos que se comportan de manera anárquica y caprichosa, sin que nosotros los controlemos. La mente, ya se sabe, suele ser obsesiva y damos vueltas a las cosas, anticipando el futuro, recordando el pasado y perdiéndonos lo único que de verdad existe: el momento presente, el aquí y el ahora. “Hay pocas cosas ten ensordecedoras como el silencio” (Mario Benedetti).
El bioquímico convertido en monje budista Matthieu Ricard dice que podemos entrenar nuestras mentes en hábitos de bienestar que generan una verdadera sensación de serenidad y realización. No le gusta que le llamen «el hombre más feliz del mundo», pero lo cierto es que este monje budista de origen francés, genetista de formación, transmite una gran paz interior, quizá porque, como ha probado la ciencia, su cerebro ha adquirido capacidades que le permiten aumentar su bienestar mental, y también físico.  El afirma que “ el silencio interior es parte del camino a la felicidad, pero que para conseguirlo hay que vencer el síndrome del pájaro enjaulado, al que cuando se le abren las puertas de su jaula no puede hacer nada más que acabar regresando. El silencio interior es una conquista”.  Ricard visitó  Madrid con motivo del II Congreso Internacional de la Felicidad y aseguró que, con 20 minutos diarios de meditación se produce una autotransformación regeneradora.
Matthieu Ricard y Eduardo Punset conversan en “Redes” sobre ciencia, meditación y compasión (http://www.youtube.com/watch?v=iu0yXkRCtQg).
En 1984, el director alemán Phillip Gröning pidió permiso a la Orden de los Cartujos para rodar una película en el interior de uno de sus monasterios. Le dijeron que era demasiado pronto, que quizá más adelante. Dieciséis años después recibió una llamada, había llegado la hora...
Los preparativos duraron dos años, el rodaje uno y la postproducción dos más. Transcurrieron veintiún años hasta su finalización. El Gran Silencio muestra por primera vez el día a día dentro del "Grande Chartreuse", el monasterio de referencia en los Alpes franceses de la legendaria Orden de los Cartujos. Presentada en el Festival de Venecia y premiada en el Festival de Sundance (Gran Premio del Jurado) y en los Premios del Cine Alemán (Mejor Documental), el film fue un gran acontecimiento cultural en Alemania, Italia y Austria, donde obtuvo gran éxito entre público y crítica. Una película austera, cercana a la meditación, al silencio, a la vida en estado puro. Sin música excepto los cantos de los monjes, sin entrevistas, sin comentarios, sin material adicional. Ciento sesenta minutos de cine en silencio...
 (http://www.karmafilms.es/html/elgransilencio.html)

Los regalos de este post…un vídeo de Elsa Punset en Redes:  Meditación. Psicología positiva sin drogas…
…y un poema de Pablo Neruda  y el silencio
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
Todos los besos