Memoria: Facultad psíquica por medio de la cual se retiene y se recuerda el
pasado (RAE)
“Recordar es fácil para el que tiene
memoria, olvidar es difícil para quien tiene corazón”
Gabriel García Márquez
Gabriel García Márquez
La memoria nos
define y estructura nuestra vida, en ella guardamos todo lo que somos (es la caja de los secretos de la personalidad) y
también lo que hemos vivido, el
mundo de nuestros pensamientos y el universo de nuestras emociones. Es la
facultad de conservar y utilizar nuestra experiencia en el proceso de adquirir
conocimiento, hábitos afectivos y habilidades intelectuales o motoras. Cualquier
aprendizaje se hace a través de la memoria. El aprendizaje depende del registro
diario de miles de estímulos externos (visuales, auditivos y táctiles) e internos
(pensamientos y emociones) en las matrices de la memoria. Cuando somos niños
construimos en nuestra memoria una representación del mundo a partir de la cual
interpretaremos y asimilaremos experiencias. No basta con almacenar, también
nos tienen que enseñar a aprender y a usar lo aprendido, a buscar en la memoria
y a desarrollar la memoria de trabajo.
La memoria es creativa. Nuestros recuerdos incluyen imaginación y emociones. “Para
tener mucha imaginación hay que tener buena memoria” Ortega y Gasset. La
calidad de la información y de las experiencias registradas puede transformar
la memoria en un suelo fértil o en un árido desierto. Incluso existen varios
tipos de memoria: episódica (hechos), semántica (conceptos), memoria implícita
o explícita, memoria de reconocimiento y evocación, memoria de procedimientos y
habilidades, memoria a corto, medio y largo plazo…hasta memoria emocional (que
está directamente vinculada al aprendizaje). Nuestras emociones construyen
recuerdos muy resistentes. En todos los tipos de memoria, nuestras emociones
ejercen una fuerte influencia porque las emociones
definen la calidad del registro en nuestra memoria. Todas las experiencias
que tienen un impacto emocional importante generan un registro “privilegiado”. Se
olvida y se recuerda en función de lo que sentimos y necesitamos para vivir y
sobrevivir. La memoria se relaciona mucho con los contextos, con las imágenes y
también con los colores. Todos recordamos mucho mejor cuando el aprendizaje ha
sido fruto de una experiencia personal que cuando acumulamos conocimiento
transmitido desde fuera. Lo importante no es lo que se enseña, sino lo que
descubrimos y aprendemos.
Los registros en nuestra memoria son
involuntarios. Cada idea, cada pensamiento, cada reacción de ansiedad, cada
momento de soledad y período de inseguridad se registra en nuestra memoria y
será parte de nuestra historia existencial, de la película de nuestra vida. Todas
las imágenes que capturamos se registran automáticamente. Todos los
pensamientos y las emociones, negativos y positivos, son registrados
involuntariamente. Recordamos aquéllo que es singular, que nos sorprende,
aquéllo que es interesante y lo que
ha sido relevante en nuestra vida, lo que ha dejado recuerdos intensos. Recordar nuestro
pasado es útil cuando nos ayuda a acordarnos de lo que fuimos para ver lo que
somos ahora. Recordar un desafío al que tuvimos que hacer frente, lo que
hicimos para superarlo, las emociones que se produjeron, al recordar el logro
afrontamos mejor un nuevo reto; nuestro recuerdo y lo que sentimos nos ayuda a
desplegar todas nuestras capacidades para que actuemos
con mayor determinación, inteligencia y creatividad. “Deberíamos utilizar el pasado como trampolín y no como sofá” (Harold McMillan).
La memoria no se puede borrar. “La memoria del corazón elimina los malos
recuerdos y magnifica los buenos y gracias a este artificio logramos
sobrellevar el pasado” (Gabriel García Márquez).
El olvido es algo natural para que la memoria funcione de manera correcta; es
un proceso estable para eliminar información que deja espacio para guardar la
información importante y arrinconar lo irrelevante. El cerebro se rige por un
principio de economía básica. No borramos información, lo que hace el cerebro es
colocarla en un lugar menos accesible.
La memoria no es un
depósito inerte de información. Cuando vamos olvidando los detalles de algo
que sucedió, nuestro cerebro se encarga de hacer una versión propia de los
hechos. No existen recuerdos puros. Nuestra
memoria almacena lo que hemos vivido y también las interpretaciones de lo que
creemos haber vivido. Recordamos lo que queremos y es porque nuestra memoria es
selectiva, recordamos aquello que nos
interesa para seguir haciendo lo que queremos. Somos expertos en “organizar los
armarios” de nuestros recuerdos conforme a criterios previos de forma que la
manera de percibir información y de recordarla hace que si queremos negar algo,
encontremos mil y un argumentos. “La
memoria es selectiva y tiende a borrar las partes duras. Va armando un recuerdo
basado sólo en lo más dulce…pero hay que tratar de ser honesto” (José
Saramago). Por ello, el primer paso para ser conscientes, para cambiar
algo es salir de nuestra propia inercia de recordar y comprender la información,
saber cuestionarnos y cuestionar nuestros paradigmas, un acto valiente, sin duda. “En todos los fenómenos de la conciencia, el mecanismo de la memoria
es para mí el milagro más temible y silencioso” (Sandor Márai).
El primer regalo de este post, una curiosidad, el video del
hombre con la mejor memoria del mundo, Solomon Shereshevsky.
El segundo regalo de este post…un cuento, El elefante encadenado , de Jorge
Bucay (Recuentos para Demián)
Vivimos pensando
que "no podemos" hacer un montón de cosas simplemente porque alguna vez probamos y no
pudimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra
memoria este mensaje: NO PUEDO, NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ. Crecimos con ese
mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar
ni cuestionar. Esto es lo que nos pasa, vivimos condicionados por el recuerdo
de otros, que ya no somos y no pudieron. Tu única manera de saber si PUEDES es
intentarlo poniendo en ello ¡TODO TU CORAZÓN! (“tu corazón”).
Y...el tercero…¡Buenas noticias!...Podemos potenciar nuestra
memoria y sacarle el máximo partido haciendo ejercicio, estableciendo rutinas,
reduciendo nuestro ritmo y prestando atención a los detalles, controlando el
estrés, evitando el “modo multitarea” y descansando lo suficiente.
“Si hay algo que no existe, es el olvido”
(Jorge
Luis Borges). No podemos olvidar lo que ha dejado recuerdos intensos en
nuestra memoria. Podemos recordar
lo pasado, mirar atrás lo vivido con paz y tranquilidad; podemos recordar nuestras grandes batallas y ser conscientes de que hemos sobrevivido y seguimos
estando aquí y, lo mejor, podemos recordar también a las personas mágicas (Hay almas a las que uno....), a las personas grandes (Ser sencillo es lo que...) que nos ayudaron y estuvieron cerca. “A veces nuestra propia
luz se apaga y se vuelve a encender por alguna chispa de otra persona. Todos
tenemos algún motivo para estar profundamente agradecidos con aquéllos que han
vuelto a prender la llama dentro de nosotros” (Albert Schweitzer).
“No sé por qué, pero hoy me dio por
extrañarte, por echar de menos tu presencia. Alguien dijo que el olvido está lleno de memoria” (Mario
Benedetti).
Todos los besos