Cuando nada es seguro, todo es posible

Incertidumbre: Falta de certeza, de conocimiento claro y seguro de algo (RAE)

 “La incertidumbre es una posición incómoda. La certeza es una posición absurda” (Voltaire)
“La incertidumbre es una margarita cuyos pétalos no se terminan jamás de deshojar” (Mario Vargas Llosa)
Cuando creemos que todo está controlado, nos sentimos seguros. Si ocurre algo imprevisto y, la vida es incierta, cambiante y controvertida, nos agobiamos e incluso podemos enfadarnos porque la duda entra en nuestra rutina. Vivir con incertidumbre es no saber, ser conscientes de que el futuro es incierto, de que la vida es una paradoja, de que no es exacta y de que,  a veces nos sorprende.
Realmente es imposible tener todo controlado, de hecho, el control sólo es una falsa ilusión. “No se pueden predecir los acontecimientos futuros con exactitud si ni siquiera se puede medir el estado presente del universo de forma precisa” (Principio de incertidumbre de Heisenberg) Aferrarnos a un plan rígido, inalterable, previsible nos da seguridad pero nos produce tensión. Quizá una nueva situación, un nuevo escenario nos indique que necesitamos un cambio de rumbo, buscar otra respuesta o , simplemente, saber esperar.
La incertidumbre es una situación en la que no entendemos las variables que intervienen y carecemos de instrumentos para valorarlas. Las expectativas que teníamos no suelen cumplirse, son una invitación constante a la frustración y al desasosiego porque las basamos en circunstancias que no conocemos y que, en la mayor parte de los casos, no dependen de nosotros. Sin duda, nuestras expectativas condicionan nuestro futuro pero también podemos decidir cómo contemplamos el mundo para elegir el rumbo adecuado. “El barco está más seguro en el puerto; pero no es para eso que se construyeron los barcos” (Paulo Coelho).
Podemos luchar contra lo que ocurre (nos agota), podemos resignarnos (la resignación puede anular nuestra voluntad y convertirnos en víctimas de las circunstancias y de las personas) o aceptarlo, aprender a vivir sin resistencias; quizá sea éste el modo más sano de afrontar la incertidumbre. Reconocer lo que sentimos, que ahora no hay respuestas y que quizá necesitamos esperar. La espera activa sostiene nuestro vacío, nos da espacio para reflexionar, para acoger la situación y valorar la mejor respuesta, dejando que la intuición hable, que el corazón nos lleve.
Podemos tener miedo a la incertidumbre y vivir en la oscuridad o podemos disfrutarla como una sorpresa, saliendo de nuestra zona de confort para entrar en una espacio donde todo es nuevo. Gestionar la incertidumbre, vivir cómodamente instalados en ella, pasa por tener confianza (propia y en los demás), tener esperanza, tener flexibilidad, ser como un bambú que se balancea con el viento sin romperse, cambiar de estrategia pero  no de meta, cambiar el “por qué así, por qué a mí” por el “¿para qué estoy viviendo ésto?, ¿qué me enseña esta situación tan confusa?”. “El problema con el mundo es que las personas inteligentes están llenas de dudas, mientras que las estúpidas están llenas de confianza” (Charles Bukowski).
Gestionar la incertidumbre también implica perseverar, insistir a tiempo y a destiempo, comprometerse, no rendirnos a pesar de la tempestad, vivir trabajando de forma constante por mejorar (los japoneses llaman Kaizén) en un proceso de evolución continua con una actitud de aprendizaje perenne y con la humildad para saber que cada error encierra una lección y para captar que la verdad no pertenece a nadie.
No podemos controlar todo en la vida. A veces, simplemente tenemos que relajarnos y tener confianza en que las cosas saldrán bien, dejando que la vida suceda…
El primer regalo de este post, una exposición del Dr. Mario Alonso Puig, en un programa de TV3, donde explica las reacciones fisiológicas de una persona ante la incertidumbre y cómo éstas varían si la situación se interpreta como amenaza o como oportunidad.

El segundo, una reflexión de Carl Rogers que no tiene desperdicio:
“Soy como la noche: callada, profunda, horizonte. Soy como las estrellas: incertidumbre, lejanía, destello” (Nazik Al Malaika).
Todos los besos