Tan sólo quién se empapa conoce el significado de la lluvia



Interioridad: Cualidad de interior. Que está muy adentro, que sólo se siente en el alma (RAE)

 “No vayas fuera, vuelve a ti mismo. En el hombre interior habita la verdad” (San Agustín)

Aprender a conocerse, aprender a hacerse, aprender a vivir, aprender a ser...Nuestro mundo interior es esencial en nuestro crecimiento personal en todas las dimensiones. Dentro de cada uno hay pensamientos, emociones, intuiciones, recuerdos, sentimientos, valores, deseos, dentro de cada uno hay una dimensión trascendente, el ámbito más profundo que va más allá y que constituye el núcleo de una vida con sentido, el lugar en dónde nos reconocemos, nos “construimos” y nos “reconstruimos”.

La interioridad es una experiencia existencial, es nuestra capacidad de vivenciar lo más hondo de nosotros mismos: nuestras motivaciones más íntimas, la pasión que nos anima, lo que somos…sin mentiras.

Vivir con hondura es lo contrario a vivir de forma inconsciente, vacía y automática, el punto opuesto a “más rápido, más alto, más fuerte”, lo contrario al “trata de ir cada vez más deprisa, de llegar lo más alto posible, de que te aplaudan más que al resto, a pesar de lo que hagas, de cómo vivas y del daño que hagas por el camino”…Vivir con hondura es parar, vivir más despacio, más suavemente… llegar a nuestro centro, a aquella dimensión dónde vemos, sentimos y pensamos en profundidad… allí dónde no podemos autoengañarnos.

La interioridad requiere esfuerzo, tiempo (dónde ponemos nuestro tiempo, ponemos nuestro corazón). y espacio. Cultivarla implica un replanteamiento serio de muchas cuestiones que, a veces, supone ir contracorriente. Es un proceso de experiencia, reflexión y acción. Trabajar la interioridad supone una decisión, una elección y, sobre todo, valentía y coraje para ir más allá. No es un paso atrás sino hacia delante, un reto positivo y estimulante que nos invita recuperar caminos que, a lo mejor, hemos perdido. “Conócete, acéptate, supérate” (San Agustín), ahí es nada.

El itinerario comienza por ser conscientes y, sobre todo, por la humildad, por sentir el deseo de que nuestra vida tenga un sentido profundo, uniendo nuestras ideas, nuestros valores, nuestras actitudes, nuestras creencias y sobre todo, nuestra forma de actuar. Interioridad no significa necesariamente hablar de religión, sino de profundidad, del desarrollo simultáneo de la inteligencia lógica, de la emocional y de la espiritual que potencia capacidades como la serenidad, la observación, la libertad interior y la compasión... Muchas veces se asocian a este trabajo técnicas de respiración, relajación, contemplación, meditación, como estrategias que ayudan al equilibrio….realmente a través de estas técnicas corporales podemos tomar conciencia de lo más íntimo de nosotros mismos, nos ayudan a vivir con las serenidad en el aquí y el ahora y nos facilitan en definitiva el encuentro con nosotros mismos. Además de ésto es necesario trabajar el autoconocimiento, aprender a expresar nuestros sentimientos y emociones, lo que sentimos al afrontar nuestros miedos, a conocer y valorar nuestro potencial y a trabajar nuestras carencias.

Sabemos que lo más importante “es invisible a los ojos”, que ”sólo se ve con el corazón”…  y es que, solamente desde ese centro, podremos salir hacia el exterior con más sensibilidad, con más atención, con más cuidado, con más compromiso…y es que se nota tanto las personas que SON (así con mayúsculas), las que viven con hondura, las que motivan conscientemente su vida, las que inspiran su comportamiento…una vez más (sí, sí, una vez más)…la coherencia…

La vida tiene muchas capas de profundidad, hay mucho más de lo que vemos, sentimos, pensamos y creemos. Se trata de SER, con el horizonte de la pasión por la vida, con el riesgo de enfrentarse a mirarse dentro, con nuestros cielos y con nuestros infiernos. 

El regalo de este post: tres recomendaciones de libros…
  • Corazón y mente, de Valentin Fuster y Luis Rojas Marcos, en el que reflexionan sobre la necesidad de escuchar los mensajes que nos manda nuestro cuerpo y nuestra mente si queremos mejorar nuestra calidad de vida y conservar nuestra salud.
  • El camino de la espiritualidad: llegar a la cima y seguir subiendo, de Jorge Bucay en que nos muestra cómo librarnos de las preocupaciones materiales, logrando el desapego y el abandono del ego. Es el quinto libros sobre sus “caminos”, para él, los cinco caminos que modelan la evolución de una persona: el de la autodependencia, el del encuentro, el de las lágrimas y el de la espiritualidad “La vida es un camino que nos lleva hacia un destino final. Todos sabemos que llegar allí es nuestro desafío. Hay muchas formas de conseguirlo. Sin embargo, existen algunos caminos que son parada obligada”.
  • Y, nuevamente y una vez más, el libro Dónde el corazón te lleve, de Susanna Tamaro.  “Cuando ante ti se abran muchos caminos y no sepas cuál recorrer, no te metas en uno cualquiera al azar: siéntate y aguarda. Respira con la confiada profundidad con que respiraste el día que viniste al mundo, sin permitir que nada te distraiga: aguarda y aguarda más aún. Quédate quieta, en silencio y escucha a tu corazón. Y cuándo te hable, levántate y vé donde él te lleva".


ARRIESGARSE, tan sólo quién se empapa conoce la experiencia de la lluvia.  “Algún día, en cualquier parte, en cualquier lugar, indefectiblemente te encontrarás a ti mismo y esa sólo esa, puede ser la más feliz o la más amarga de tus horas” (Pablo Neruda).


Todos los besos