El lobo siempre será malo si sólo se escucha a Caperucita



Escuchar: Prestar atención a lo que se oye (RAE)

Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar, pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar(Winston Churchill)

Leemos, escribimos, hablamos, escuchamos…éstos son los cuatro tipos de comunicación básica. Aprender cada uno de ellos y hacerlo bien es absolutamente esencial en nuestra vida. Pero…¿cuánto tiempo hemos dedicado a aprender a escuchar?. Y no, no me refiero a las técnicas de escucha activa, a las habilidades típicas, ¡no!,  me refiero a la escucha empática, a escuchar con la intención de COMPRENDER, de ver las cosas cómo las ve la otra persona, de entender profunda y completamente lo que siente, de captar sus emociones y sus sentimientos con intensidad, los significados, a escuchar con los ojos y con el corazón y ser capaces de hacerle saber a la otra persona que lo captamos.

Muchas veces, nos atrincheramos en querer tener razón como premio a cualquier discusión,  tratamos de imponer nuestra visión y nuestro criterio, nos empeñamos en dividir el mundo entre los que están de acuerdo con nosotros y los que no lo están, cómo si no estar de acuerdo fuese estar en contra, cómo si eso sirviese de algo. Escuchamos con la intención de responder, no de comprender. A veces interrumpimos, presionamos, empujamos, filtramos todo lo que la otra persona dice a través de nuestro enfoque, incluso juzgamos…“si de veras llegásemos a poder comprender, ya no podríamos juzgar” (André Matraux).  La escucha empática no contempla la crítica, ni los prejuicios, ni los juicios.

Stephen Covey explica que tendemos a responder evaluando (estamos de acuerdo o no); sondeando (hacemos preguntas pero siempre desde nuestra perspectiva), interpretando (tratamos de descifrar a alguien, explicar sus motivos, su conducta sobre la base de nuestros motivos o comportamientos) y aconsejando (sobre la base de nuestra experiencia) y lo peor es que, a veces, ni siquiera nos damos cuenta. A veces, incluso traspasamos la delgada línea roja del respeto, del juicio personal y en esa respuesta se producen gestos de amenaza,  posturas intimidatorias e impositivas que vulneran lo más sagrado. El impacto emocional es demoledor y entramos en una espiral que hiere…Los expertos en inteligencia emocional dicen que no es bueno hacer cómo si nada hubiese pasado y pasar página, porque las emociones no se extinguen por sí solas. Recordemos el concepto de  cuenta bancaria emocional que mencionamos en otro post. Desde una cuenta en números rojos, es muy difícil comprender verdaderamente a la otra persona, ver el mundo cómo ella lo ve.

Nunca ha habido, ni hay, ni habrá una persona que viva y sienta exactamente igual que nosotros, por eso, es necesario recordar que las diferencias de percepción pueden ser enormes, que siempre es bueno escuchar así, con el alma, que el lobo siempre será malo si sólo escuchamos a Caperucita… Cuánto más profundamente comprendemos a alguien, más respeto, más cariño sentimos por esa persona porque esta escucha implica generosidad y la comprensión implica respeto, ambas imprescindibles para crear armonía. Cuando escuchamos así, empieza a crecer la confianza, poco a poco desaparecen las barreras, se abre el alma.  Covey decía que “Tocar el alma de una persona es caminar por tierra sagrada”.

El regalo de este post…Heard it all before de Meiko…una canción preciosa.
El segundo: la recomendación de relectura de de post anteriores (Y, si es mientras escuchas la canción, mejor):


“Saber escuchar es más que tener la capacidad de oír las palabras de los demás. Es, principalmente, la capacidad de dejar de oír nuestras propias palabras” (David Fischman). Ojalá que, cuando nos sentemos a escuchar a alguien, consigamos que esa persona y ese momento se conviertan en todo nuestro mundo.
Todos los besos