Una de esas noches en las que el insomnio se disfraza de ti e intenta seducirme



Seducir: Cautivar el ánimo (RAE)

 “Somos de quién nos hace bajar la mirada y, al hacerlo, sonreímos” (Benjamin Griss)

La esencia de la seducción es lo que nos “engancha” emocionalmente a otra persona. Proviene del corazón, no de la razón. Seducir es algo sorprendente, somos capaces de realizar de forma instintiva, todo un protocolo gestual que comunica algo especial a la persona a la que queremos atraer. La seducción es magnetismo personal, es provocar deseo, es promover la voluntad. En el año 8,  Ovidio ya daba  consejos para las conquistas amorosas en su Ars amandi. También Erich Fromm en El arte de amar. Quedémonos con la acepción de “cautivar el ánimo” y eludamos  la connotación negativa de la seducción, de la de “engañar con arte y maña”.

La seducción ha de ser natural, espontánea, ha de nacer desde dentro. Las personas que nos seducen son cercanas, acogedoras, seguras, tranquilas, generosas, sensibles, vitales, intensas, originales, espontáneas, motivadoras, encantadoras, fascinantes …de forma inconsciente, dominan el lenguaje no verbal, también la entonación, las pausas y los silencios. Su personalidad es una promesa de aventura, de sensaciones que despiertan nuestra pasión. Son capaces de entusiasmarnos, de hacernos sentir bien, nos “hipnotizan”, conocen y gestionan bien sus propias emociones y las despiertan en nosotros. A su lado,  nos sentimos especiales, cuidados,  atendidos, mimados y respetados…magia, luz y ¡fuego!.

Las personas seductoras son, naturalmente, espléndidas en el cariño, desprendidas con la sensibilidad y en la delicadeza. Cuando entran en un sitio, atraen todas las miradas. Nos fascina su sonrisa arrebatadora, sus palabras, su elegancia al moverse despacito, como si el tiempo y espacio se adaptara a ellos, su suavidad, su proximidad precisa, su forma de hablar,… los pequeños contactos físicos que derriban barreras…emociones, al fin y al cabo, que son el mejor canal para seducir porque emergen en nosotros antes de que nos demos cuenta.

La seducción no es sólo sexual. También hay que seducir en el trabajo y en la vida diaria. Alejandra Vallejo- Nájera  en su Psicología de la seducción escribe “No tiene nada que ver con manipular al otro, sino con potenciar las fortalezas para mostrarnos atractivos”. La seducción entendida como la capacidad de influir en otros se relaciona también con el concepto de liderazgo resonante, que es la capacidad para generar emociones positivas en los demás y canalizar la energía hacia un futuro inspirador.

Enrique Alcat, experto en comunicación, en su libro Influye  nos explica cómo convertirnos en líderes influyentes, en personas con un carácter carismático, como Barack Obama, Steve Jobs, Ghandi,… que aúnan, como elementos básicos, la confianza, el optimismo y el uso de la comunicación. Si queremos seducir de verdad, tenemos que “cuidar de forma exquisita nuestras actitudes, nuestras acciones y todo un conjunto de cualidades”.

El primer regalo de este post, la recomendación de un libro, Los hombres son como peces, de Steve Nakamoto, que compara el arte de la pesca con el proceso de seducción, “recuperar la inocencia perdida es una de las medidas para atraer a personas de calidad”.


El segundo, un video, “Cómo seducir” de Elsa Punset, las claves para seducir siendo generosos en lo grande y en lo pequeño.

Nacemos seductores, partimos de unas capacidades innatas que podemos desarrollar, así que…¡pongámonos a ello! … para aprender a seducir lo primero que hay que hacer es aprender a deleitarse con la vida.

Esta es una de esas noches en las que el insomnio se disfraza de ti e intenta seducirme” (Victor de la Hoz).

Todos los besos