Casa: Edificio para habitar (RAE). Hogar: Casa (RAE).
La palabra hogar tiene su origen en el lugar donde se
encendía el fuego...alrededor se reunían para calentarse y alimentarse.
“El hombre feliz es aquel que, siendo rey o
campesino, encuentra paz en su hogar” (Johann
Wolfgang Goethe)
Hace tanto, tanto frío…que no he podido resistirme... :-)
¿Por qué nos gusta tanto el calor del fuego en una chimenea?... Quizá
porque nos recuerda la sensación de estar
en casa, de volver a casa, al lugar
donde el tiempo no existe, al espacio del que nunca nos iríamos. En casa nos
sentimos bien, en calma, en paz; en casa nos recomponemos, nos re-equilibramos, nos
consolamos y recobramos las fuerzas para afrontar nuestro día a día. Es un
lugar que nos acoge, al que sentimos pertenecer, donde compartimos un montón de
recuerdos, donde nos sentimos tranquilos, donde encontramos privacidad cuando
la necesitamos, donde nos sentimos protegidos en los momentos difíciles, donde celebramos
fechas especiales, donde nos reunimos en torno a una mesa, donde conversamos,
donde expresamos con libertad lo que necesitamos, lo que pensamos, lo que
queremos…
En nuestra casa también nos equivocamos, nos enfadamos,
pedimos perdón, perdonamos, damos segundas oportunidades, nos divertimos,
intentamos escuchar, experimentamos, …nos abrazamos (muy fuerte), hacemos
ruido, somos pacientes, ...vivimos...Lo que nos separa se
arregla recordando lo que nos une, con la calidez de un abrazo, con la ternura de
una caricia o con el cariño de una mirada “Hay
que detenerse para descubrir que en cada momento está escondida la eternidad”
(Raimon Panikkar).
Nuestra casa es
nuestro refugio, ese rincón del mundo donde nos cobijamos y nuestro
humor se refleja en cómo cuidamos
nuestra casa y cómo está nuestra casa influye en cómo nos sentimos. “Si hay belleza en el carácter, habrá armonía en el hogar” (Confucio).
El primer regalo es una invitación a que nos regalemos una cosa que nos apetezca mucho hacer en
casa en esta tarde de frío...pensemos qué es lo que nos apetece más…tomarnos una taza de chocolate bien caliente,
enfundarnos unos calcetines gruesos y amorosos, una tarde de sofá, peli y
mantita, embobarnos mirando la lluvia/nieve por la ventana, zamparnos todo lo que
encuentremos en la nevera, leer...¿Qué te apetece?
El segundo
regalo es una
TORTUGA...la metáfora de nuestro hogar interior. La tortuga lleva su casa a
cuestas. Su caparazón la protege, es su refugio y una frase de Albert Camus:“En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior
habitaba un verano invencible”.
El tercer regalo es un cuento: La última casa del carpintero
Había una vez un carpintero especializado en el armado de casas. Trabajaba para un empresario que le proporcionaba los paneles premoldeados; él los ensamblaba, les remachaba las juntas, levantaba la casa y alistaba los detalles. Un día, el carpintero decidió que ya ha trabajado lo suficiente y que era la hora de dejar su tarea. Fue a hablar con el empresario y le contó que se iba a jubilar. Como aún le quedaba una casa por terminar, le advirtió que éste sería su último trabajo y que luego se retiraría.
—¡Qué lástima! —dijo el empresario—, usted es un buen empleado... ¿No quiere trabajar un poco más?—No, no, la verdad es que tengo muchas cosas para hacer, quiero descansar...—Bueno.
El señor terminó de hacer la supuesta casa, fue a despedirse del empresario y éste le dijo:—Mire, hubo una noticia de último momento, tiene que hacer una casa más. Si me hace el favor... No tiene más nada que hacer... Dedíquese exclusivamente a hacer esta última casa, tómese el tiempo que sea necesario pero, por favor, haga este último trabajo.
Entonces el carpintero, fastidiado por este pedido, decidió hacerla. Y decidió hacerla lo más rápido que pudiese para ir a descansar, que era lo que él en realidad quería. Ya no tenía nada que defender, iba a dejar el trabajo, ya no tenía que buscar la valoración de los demás, ya no estaba en juego su prestigio ni su dinero, ya no había nada en juego porque él está amortizado. Lo único que quería era hacerla rápido. Así que juntó los paneles entre sí, los sujetó sin demasiada gana, usó materiales de muy baja calidad para ahorrar el costo, no terminó los detalles, hizo, en suma, un trabajo muy pobre comparado con lo que él solía hacer. Y finalmente, muy rápido, terminó la casa.
Entonces fue a ver al empresario y éste le dijo:—¿Y? ¿La terminó?—Sí, sí, ya terminé.—Bueno, tome... coloque la cerradura, cierre con llave y tráigamela. El carpintero fue, puso la cerradura, cerró con llave y regresó. Cuando el empresario cogió la llave, le dijo:—Este es nuestro regalo para usted por toda la dedicación a su trabajo...
Es posible que no nos demos cuenta, pero la vida que construimos todos los días es la casa donde vivimos. Y la hemos estado haciendo nosotros. Si no queremos, no nos fijemos demasiado si la casa tiene lujos o algunos detalles sin terminar, pero cuidemos muy bien cómo la vamos "armando". Cuánta energía, cuánto interés, cuánto cuidado, cuánta cautela pusimos hasta ahora en construir nuestra vida. Qué bueno sería que, de verdad, estuviésemos más atentos a lo que construimos.
Nuestra casa...necesitamos ser
comprendidos, reconocidos, queremos sentirnos cuidados, cómodos, entendidos y
atendidos... Tumbarse en el sofá con una mantita por encima es una sensación que
no tiene precio. “Se despidieron y en el
adiós ya estaba la bienvenida” (Mario
Benedetti).
Todos los besos