La buena hospitalidad es sencilla; consiste en un poco de fuego, algo de comida, y mucha quietud



Hospitalidad: Buena acogida y recibimiento que se hace a los extranjeros o visitantes (RAE)
“No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles” (Hebreos 13:2)

Hubo, antaño, muchos que cayeron en la ira de Dios por haberse negado a acoger a los pobres y a los peregrinos”.  Así defiende la primera guía del camino de Santiago, el Libro V del Códice Calixtino, el derecho de los caminantes a la hospitalidad.

Recibir a los demás, hacerles entrar en nuestra vida, en la intimidad de nuestro hogar,  invitarles a formar parte de nuestro propio mundo, hacerles sentir cómodos… La hospitalidad tiene mucho que ver con la responsabilidad, con la compasión, la solidaridad y la acogida. Acoger es un arte que requiere reconocer las necesidades del otro, su dignidad y su diversidad, mirar  más allá de lo que nos diferencia. Una mirada hospitalaria nos muestra que cada persona es valiosa en sí misma. “Convidar a alguno es hacerse cargo de su felicidad todo el tiempo que aquel se halla bajo nuestro techo” (Anthelme Brillat-Savarín).

La experiencia de sentirse o no acogido está relacionada con diferentes variables. El espacio que acoge, hacer de nuestro hogar la casa del otro, con toda la delicadeza, con todo el respeto... un espacio que invita a experimentar que se ha pensado en las necesidades del que llega “Es bueno cuando llega uno a un lugar y lo reciben con las mesas llenas y buena música” (Richard Hovey). El lenguaje que acoge, ese lenguaje que muestra que a uno le acomodan, sentirse escuchado, comprendido… es la escucha la que nos permite identificar las necesidades concretas del que viene…el juego de nuestras miradas revela la comunicación que pretendemos desplegar en la acogida. El corazón que acoge ...porque la hospitalidad se circunscribe a la lógica del corazón. Sentirse acogido en el corazón tiene que ver con experiencias de confort emocional.

Quien es acogido nunca viene “con las manos vacías”. El que llega nos regala la posibilidad de crecer. Acoger ayuda. Escuchar ayuda. Mirar ayuda. Cuidar ayuda. La hospitalidad nos regala capacidad de silencio, de asombro, de admiración, de contemplar y de discernir, de profundizar, de trascender, de experimentar la gratitud, la humildad, la compasión, de hacer del encuentro un diálogo. Esa apertura, sin duda, es un camino que nos hace mejores.

El regalo de este post son estas preciosas palabras de Samuel Rogers:

“Bendito sea ese rincón, adonde sus habitantes se retiran gozosamente a descansar de su trabajo y a preparar el fuego vespertino en el hogar; bendita sea esa mansión, donde la necesidad y el dolor encuentran un reparo y donde el extraño halla dispuesto un asiento; benditos sean esos festejos adornados con sencilla abundancia donde se congregan los allegados y parientes de la vecindad y celebran, con amplias risas, chistes y bromas familiares, o escuchan con sincera condolencia la noticia de algún desgraciado suceso o bien obligan a algún tímido forastero à acompañarles en su comida, y aprenden el modo espléndido de hacer el bien.”


El segundo regalo, The present, un maravilloso video de Jacob Frey…acoger en la diversidad, dar y recibir…¡¡DISFRÚTALO!!
Dime…¿Te has sentido como en casa? “La buena hospitalidad es sencilla; consiste en un poco de fuego, algo de comida, y mucha quietud” Ralph Waldo Emerson

Todos los besos