Contagiar: En sentido
figurado, transmitir algo a alguien (RAE).
“No
permitas que la gente te lleve a su tormenta. Mejor atráela hacia tu paz"
(Sherezade)
Está científicamente comprobado que las
emociones se pueden contagiar. Estamos programados para contagiarlas a los
demás y para contagiarnos de las suyas. Es fácil que suceda, ya que el contagio
se produce en la interacción y, se traslada tanto de forma intencionada, como
sin ella. A veces, casi sin darnos cuenta, nos vemos invadidos por un
aluvión de emociones que no nos pertenecen y que absorbemos como si fuéramos
una esponja.
El contagio de emociones es un proceso primitivo, automático e
inconsciente que se manifiesta a través de la comunicación no verbal. Tenemos
tendencia a imitar y a reaccionar ante los demás con los mismos comportamientos
que vemos en ellos, a veces con gestos tan simples como un bostezo, y otras, de forma más compleja. Las neuronas
espejo explican este contagio. Daniel Goleman en su libro Inteligencia Social, refiere “sonrisas genuinas que transmiten la alegría
y la diversión espontánea y que son, con toda probabilidad las más evocadoras,
por cuanto que son las que más fácil registran las neuronas espejo destinadas a
detectar sonrisas y desencadenar las nuestras, produciéndose una resonancia,
incluso entre completos desconocidos”.
Esto ocurre cada día y en cada momento. De hecho, muchas veces, nuestro
estado de ánimo depende de las emociones que hayamos intercambiado durante el
día. ¡¡Cómo nos gusta estar con las personas que irradian luz, nos transmiten energía y nos hacen sentir tan, tan bien!!. Por eso es tan importante limitar
el contagio con emociones negativas...Todos tenemos cerca personas que, al relacionarnos con
ellas, incluso muy a pesar nuestro, nos producen tristeza, consumen nuestra energía
y nos dejan sin fuerzas. Podemos protegernos, tenemos que protegernos, reduciendo nuestro contacto con ellas y tomando distancia.
Tenemos la obligación de ser felices y disfrutar, así que rodeemonos de
personas que nos quieran y lo demuestren, que nos hagan felices, que recarguen nuestras pilas. No las dejemos escapar. Potenciemos nuestras emociones
positivas, intentemos conocer cuáles son las que con mayor facilidad sentimos e intentemos saber, en cada momento, qué es lo que vivimos con más fuerza porque eso será lo
que mejor podamos contagiar. Centrémonos en lo que nos hace bien, haciendo aquéllo que nos pone de buen humor y eliminando lo que nos desgasta.
El regalo de este post es el famoso corto de Christine Rabette, Merci!, en el que el protagonista contagia
su risa a los otros viajeros. Sonrisas, risas, …caras que se iluminan…neuronas espejo.
Nuestra actitud, si sí. nuestra, única y positiva es la que contagia, la que
hace posible el hechizo emocional,…así que, como podemos elegir, elijamos de
forma consciente y deliberada, lo que queremos contagiar… y ¿qué mejor que
repartir emociones positivas?. “La gente
olvidará lo que dijiste, también olvidará lo que hiciste, pero jamás olvidará
cómo les hiciste sentir” (Maya Angelou)… Pura energía. “La mitad de tu sonrisa es para ti, la otra
mitad para el mundo” (Proverbio tibetano).