Como si solo en otros lugares se agitaran los mares y desgarraran las orillas de los horizontes


“Lo que niegas te somete. Lo que aceptas te transforma” 
(Carl Gustav Jung)
 ¿Aceptas o te resignas?
Tras los bombardeos sobre Hiroshima, los japoneses empezaron a utilizar la expresión Shikata ga nai, que significa acéptalo, no puedes cambiar lo que ya ha sucedido. Aceptar la realidad nos permite seguir adelante, centrarnos en lo esencial, nuestra voluntad por vivir.

Cuando estoy inmersa en una situación que conlleva dolor o tristeza, siempre tengo la tentación de desear que las cosas sean distintas a como son, sin darme cuenta que resistirme aceptar la realidad no evita que ésta sea. Cuando intento evitar estas emociones incómodas solo añado sufrimiento al dolor, a pesar de que sé que éste es inevitable y que el sufrimiento es una opción. Es difícil aceptar lo que no quiero que sea, aceptar lo que ahora toca vivir.

La realidad tal como es, tal como viene, nos pone a prueba y a menudo nos expone a circunstancias que no deseamos. Aceptar la vida sin resistirse a todo aquello que no podemos cambiar es aprender a batallar menos con lo que nos duele. Es reconocer lo que sucedió o lo que está ocurriendo. Cambiar el ¿por qué a mí?, ésto no es justo por el ésto está ocurriendo... ¿cómo sigo adelante?.

Aceptar las cosas como son y no resignarse a que las cosas sean como son, quedándose anclado a lo ocurrido. Aceptar no es resignarse, ni darse por vencido, es contemplar nuestras circunstancias y asumirlas sin rencor, ni odio, ni rendiciones, utilizando nuestra fortaleza. La aceptación es la aventura de fluir con la vida.

El primer regalo de este post es la recomendación de un libro, Dejar ir, del Dr. David R Hawkins, que explica maravillosamente como gestionar estas situaciones desde la aceptación, desde el dejar ir.

El segundo es una reflexión preciosa sobre la aceptación, de Jon Kabat Zin:
“Aceptación no tiene nada que ver con  resignación. La aceptación de las cosas tal como son, muy por el contrario, requiere una fortaleza y una motivación extraordinarias – especialmente en el caso de que no nos gusten- y una disposición a trabajar sabia y eficazmente como mejor podamos con las circunstancias en las que nos encontremos y con los recursos, tanto internos como externos, de que dispongamos para mitigar, curar, reorientar y cambiar las cosas que podamos cambiar”.
A veces, lo que acaba pasando es mejor que lo que se esperaba. Recuerda que aceptar, dejar ir es también dejar llegar. “Como si solo en otros lugares se agitaran los mares y desgarraran las orillas de los horizontes” (Wislawa Szymborska).

Todos los besos