Con
el corazón en calma
“Todo tiene su tiempo y todo lo
que se quiere debajo del cielo, tiene su hora”
(Eclesiastés 3:1)
(Eclesiastés 3:1)
Hoy, después de escucharte, recordaba nuestras largas conversaciones
sobre que no todo vale, que al final, el tiempo pone todo y a todos en su
sitio...grandes momentos de charlas en las que siempre aflora la virtud de tu
paciencia y mi defecto de no saber esperar.
Cuántas veces te he escuchado decir…sé paciente, el tiempo…El tiempo que nos damos para encajar un mal momento, para que cada sentimiento encuentre su lugar en nuestro corazón y en nuestra memoria. Ese tiempo que nos ayuda a mirar todo desde otra perspectiva, a aprender que, cada vez que algo se va, deja un espacio para lo que viene. Cuándo te decía no sé cuánto tiempo necesitaré, siempre respondías…el tiempo necesario, el espacio suficiente para que puedas continuar. El tiempo que tarda en irse un problema es el mismo tiempo que nos cuesta entender que solo vino para hacernos mejores.
Ayer, cuando me contabas, me sentí feliz (muy). Lo que parecía aparentemente un fracaso se ha convertido en un final espléndido, un final que es solo otro principio, el de una gran historia que empieza ahora. Has sabido esperar y ésta es tu recompensa, un principio inesperado que, sin duda, mereces.
El regalo de este post es poema precioso de Antonio Machado, Saber
esperar:
El sentido de tu vida se ha escrito con tu esfuerzo, con tu paciencia, con
tu corazón en calma y tu interior tranquilo. “Todo acaba bien para el que sabe esperar” (León Tólstoi).
Todos los besos