Se bebe té para olvidar el ruido del mundo

 Centrarse en una cosa, cada vez

"Es fácil perderse en una vida ocupada"

(Thomas Helm)

Para los japoneses, la ceremonia del té es un ichigo, que significa un momento, un encuentro..., una oportunidad. Este ritual tan antiguo, basado en el aquí y el ahora ofrece, a quien lo disfruta, una pausa y también un regalo.

Una pausa sensorial, un momento de paz, de armonía y serenidad en medio de estos tiempos tan llenos de ruido. Enfrentarse al silencio no es fácil; encontrarlo, tampoco. La importancia del silencio no está en sí mismo, sino en lo que genera.  Una pausa silenciosa para percibir hasta los detalles más pequeños, para activar nuestros sentidos, cada movimiento que forma parte de una secuencia, los colores de los kimonos, el trazo de la caligrafía, el sabor del té, el olor del incienso y de las flores, el tacto de la cerámica,…silencio en un espacio liberado de prisas y de preocupaciones…

Estamos fuera de nosotros mismos, alejados de nuestro centro, perdidos en el ruido. Por eso, también es un regalo que requiere atención plena. Lleva años alcanzar la maestría en esta práctica que parece sencilla y que provoca en nosotros ese anhelo espiritual, ese deseo de introspección y de reflexión serena que deja una puerta abierta a lo extraordinario.

Beber té puede ser mucho más que beber té. Cuidar lo exterior, la escenografía, es una manera de cuidar lo interior. No se trata de "participar" en ceremonias del té cada día, sino de hacer más tangibles algunos aspectos de nuestra dimensión espiritual que es necesario cultivar. Nadie puede darte lo que te falta si no puedes encontrarlo por ti mismo. ¿Nos falta silencio o nos sobra ruido?. "Se bebe té para olvidar el ruido del mundo" (T´ien Yiheng).

Todos los besos