Dices que amas la lluvia y sin embargo...



Las palabras son MAGIA. Transforman el mundo porque, al igual que los pensamientos, producen emociones, en quien las dice y en quien las escucha.
Con las palabras, podemos ayudar a alguien, hacerle sentir bien, transmitirle nuestro apoyo, nuestro amor, nuestra admiración, nuestra aceptación …también podemos destruir su autoestima, sus esperanzas o hacerle daño. Las palabras marcan la diferencia entre el encuentro y la distancia, éste es su gran poder.

Elegir la palabra adecuada en cada momento constituye una decisión mucho más importante de lo que puede parecer a simple vista. Es un ejercicio de consciencia y responsabilidad. El impacto de las palabras se produce en un instante y es sorprendentemente duradero. El psicólogo Richard Wiseman ha comprobado que, con frecuencia, los fallos de entendimiento se producen porque lo que una persona dice tiene poco que ver con lo que la otra escucha  y ha calculado que son necesarios cinco halagos para compensar el daño que produce una palabra dicha con inquina en la autoestima de quien la recibe.

Si somos conscientes del poder de nuestras palabras, de su enorme valor, las utilizaremos con cuidado. Al fin y al cabo, como afirma Gary Chapman, las palabras son una de las cinco formas básicas en las que expresamos y recibimos amor. A ese uso cuidadoso, también se suma  el médico mexicano Miguel Ruiz que, en su ensayo Los cuatro acuerdos,  propone la puesta en práctica de cuatro principios para conseguir el equilibrio interior que lleva a la felicidad; el primero de ellos,  “sé impecable con la palabra”.

Y mientras no se invente un nuevo método de comunicación, tendremos que usar las palabras aunque a veces sean demasiado pobres para describir lo que sentimos. El escritor húngaro, Sándor Márai escribe un fragmento precioso sobre ellas en El último encuentro:

“¿Qué las palabras no tienen importancia?
Yo no me atrevería a afirmarlo con tanta seguridad. A veces creo que muchas cosas, que todo depende de las palabras. De las palabras que uno dice a su debido tiempo, o de las que se calla, o de las que escribe”.

Tampoco descuidemos lo que comunicamos de forma silenciosa porque existe un lenguaje que va más allá de las palabras.
"Tú dices que amas la lluvia, sin embargo usas un paraguas cuando llueve.
Tú dices que amas el sol, pero siempre buscas una sombra cuando el sol brilla.
Tú dices que amas el viento, pero cierras las ventanas cuando el viento sopla.
Por eso es que tengo miedo cuando dices que me amas"

Este poema que unos atribuyen a Shakespeare, otros a Bob Marley y otros al poeta turco Qyazzirah Syeikh Ariffin nos invita a que nuestras palabras acompañen a nuestras acciones para que nuestro mensaje sea coherente.
http://www.notbyshakespeare.com/2011/10/19/you-say-that-you-love-rain-but-you-open-your-umbrella-when-it-rains/

Todos los besos