Si no te gusta dónde estás ¡muévete!...no eres un árbol



Expectativas: Esperanza de realizar o conseguir algo. Posibilidad razonable de que algo suceda (RAE)

“La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se aleja diez pasos más allá. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar” 

(Eduardo Galeano)

Las expectativas son las creencias, previsiones, ilusiones, deseos y valores que cada uno de nosotros ha generado en función de factores como la educación, las experiencias previas, las características de la personalidad, la forma de relacionarnos, etc. Son construcciones de sucesos futuros.

Las creencias y las expectativas que las personas que nos rodean tienen sobre nosotros afectan a nuestra forma de comportarnos. Consciente o inconscientemente, nuestras acciones responden a lo que esperan de nosotros, para lo bueno y para lo malo. La confianza/desconfianza que tienen en nosotros puede darnos alas o convertirse en un freno. Es el desconcertante Efecto Pigmalión, la ley del espejo o la esencia de la profecía autocumplida, un principio de actuación a partir de las expectativas ajenas: “las personas se comportan de la forma que esperamos que lo hagan”. Una profecía autocumplida es una expectativa que incita a las personas a actuar de forma que la expectativa se vuelva cierta. Este efecto puede ser positivo, la confianza que los demás tengan sobre nosotros puede darnos alas para alcanzar los objetivos más difíciles (provoca un aumento de la autoestima y nos empuja a superar los límites que nos hemos fijado) o negativo (consigue el efecto contrario, disminuye la confianza en nosotros mismos porque las  expectativas depositadas son bajas o negativas). Por ello: “El mejor regalo que le podemos hacer a otro no es sólo compartir nuestras riquezas, sino mostrarle las suyas propias(Benjamin Disraeli).

La ecuación de la satisfacción mide el grado de bienestar que nos aporta una experiencia. La fórmula es la siguiente satisfacción = resultado – expectativas. Si lo que obtenemos es igual o mayor que lo que esperábamos, estamos satisfechos; si no lo es, aparece la decepción, la frustración, la ira, el enfado, ... Para sentirnos satisfechos tenemos que trabajar sobre las expectativas, haciendo que éstas sean razonables, procurando que los demás sepan lo que esperamos de ellos (ésto es, PEDIR, DECIR abierta y sinceramente qué te gustaría, cómo, cuándo, para qué,...) Pedir favorece escuchar de verdad, aprender… si pides te haces responsable de construir tu vida. Si solamente esperas, pasas de la ilusión a la decepción, como si  todo sólo dependiera de la suerte, o de otros… y es que dicen que en el juego de la confianza, hay tres pilares fundamentales: las necesidades, las expectativas y las promesas.

¿Las expectativas que los demás tienen sobre nosotros pueden llevarnos más allá de lo que esperamos? ¿Cuántas veces ni lo hemos intentado por la falta de confianza de los demás en nosotros?...Necesitamos creer en un buen futuro y gestionar nuestras expectativas de forma positiva para crearlo“Somos aquello en lo que creemos” (Wayne W. Dyer), eso sí, trabajando por ello continuamente y  re-ilusionándonos. Del mismo modo que el miedo tiende a provocar que se produzca lo que se teme, la confianza en uno mismo aunque sea contagiada por otra persona, puede darnos alas. “Trata a un ser humano como es y seguirá siendo como es. Trátalo como puede llegar a ser y se convertirá en lo que puede llegar a ser” (Blaise Pascal).


El regalo de este post…un video que no os podéis perder y que explica el poder de las expectativas. Rosenthal y Jacobson estudiaron el efecto Pigmalión en las aulas, Demostraron que los profesores formulan expectativas acerca del comportamiento en clase de diferentes alumnos y los tratan de forma distinta de acuerdo con dichas expectativas. “Las expectativas y previsiones de los profesores sobre la forma en que de alguna manera se conducirían los alumnos, determinan precisamente los resultados que los profesores esperaban”

¿Esperar o pedir?, ¿depender de los demás o de ti mismo, yo no pienso sentarme a esperar, ¿y tú?... “Si no te gusta dónde estás, ¡muévete! No eres un árbol” (Jim Rohn).

Todos los besos :-)