Compasión: Sentimiento de conmiseración y lástima que se
tiene hacia quienes sufren penalidades o desgracias (RAE)
“No hay nada más pesado que la compasión. Ni siquiera
el propio dolor es tan pesado como el dolor sentido con alguien, por alguien, para alguien, multiplicado por la
imaginación, prolongado en mil ecos” (Milan Kundera)
No acaba de convencerme la definición de compasión que ofrece la RAE porque la iguala a lástima, porque
sería tanto como decir que miramos el sufrimiento de otros, que nos
entristecemos por el dolor ajeno pero que hacerlo no nos moviliza, no nos hace
actuar. Siempre he buscado una explicación de porqué nuestra compasión es, a veces, tan pasiva, de porqué, a veces, tan
sólo se circunscribe a compartir el dolor del otro y nada más… porque, en mi
opinión, la compasión tendría que
estar más ligada a la acción, compasión tendría que ser con-pasión, con toda la fuerza
de ésta, con sentimiento.
Quizá tenga algo que ver con lo que escribe Milan Kundera sobre ella en
La insoportable levedad del ser. Para
él, la compasión es un sentimiento ambivalente, puede ser algo positivo o
negativo, según la familia lingüística a la que pertenezcamos. En los idiomas
derivados del latín, la palabra compasión
proviene de passio, que significa
padecimiento. Por eso, sentimos
compasión cuando participamos de los sentimientos de aquel que sufre, cuando
tratamos de entender el dolor ajeno mostrando cierta indulgencia. Sin embargo,
esta compasión no guarda relación con el amor porque "querer a alguien por compasión significa no quererlo de
verdad". En nuestra lengua (y en nuestra cultura) este sentimiento
adquiere un sentido negativo. En cambio, en otros idiomas, compasión se origina
de la raíz sentimiento. Tener
compasión de alguien significa compartir no sólo su desgracia, sino sentir con
esa persona cualquier otro sentimiento: alegría, angustia, felicidad, etc. Esto
hace que compadecer a alguien sea lo más elevado, la mejor manera de querer, ya que nos identificamos de tal forma
con ello, que llegamos a sentir lo mismo que esa persona. “Que el amor viva en tu corazón, la compasión guíe tus actos y la fe
inspire tu alma” (Paulo Coelho).
La neurociencia social estudia los circuitos cerebrales que se activan cuando
dos personas interactúan. Si prestamos atención a otra persona, automáticamente
nos identificamos con ella, automáticamente nos sentimos de la misma forma. Las
neuronas espejo actúan como una conexión inalámbrica
neuronal, activando en nuestro cerebro, exactamente, las áreas activadas en el
cerebro del otro. Y si esa persona nos necesita, nos identificamos
automáticamente con ella…y si esa persona está sufriendo, automáticamente
estamos listos para ayudarla…entonces, ¿por qué nos cuesta tanto?, ¿tendrá que
ver con que estamos tan centrados en nosotros mismos, tan preocupados con otras
cosas que realmente no percibimos lo que les pasa a los demás?. El filósofo y
escritor Raimón Panikkar escribe una reflexión preciosa sobre el
secreto de la compasión: “Se ama la realidad porque ella misma es
amable, y se la convierte en amable porque se la ama – y esta intuición es el
secreto de la compasión. Es el
círculo vital [ ] que nos muestra experiencialmente que la
realidad no es una substancia objetiva inmutable, sino una dádiva que
recibiéndola se transforma, y transformándola se vuelve capaz de ser
transmitida de nuevo. Y éste es uno de los poderes del amor. […]”.
El secreto de la compasión, la fuerza que tiene…el Dalai
Lama, con la ayuda de su amigo, el periodista y psicólogo Daniel
Goleman, nos explica en el libro La
fuerza de la compasión cómo dirigir nuestra energía compasiva hacia el
exterior porque ella, la compasión, tendría el poder de acabar con los
prejuicios; de invertir la tendencia hacia la desigualdad mediante la
transparencia; de sustituir la violencia por el diálogo; de contrarrestar el
binomio “nosotros/ellos” reconociendo la unicidad humana; de crear nuevos
sistemas económicos que funcionen para todos y de diseñar una educación que
enseñe empatía, dominio de uno mismo y ética…¡ahí es nada!.
La compasión no surge en nuestro interior exclusivamente en
circunstancias extraordinarias como una tragedia o un desastre natural, la
compasión se puede cultivar, puede desarrollarse entrenando la mente con
constancia. Norman Fischer, con sencillez y deslumbrante claridad, nos
ofrece un sistema de entrenamiento mental tibetano fascinante y poderoso (Lojong) con el que es posible ejercitar
la compasión y la empatía de la misma manera en que aprendemos a tocar un
instrumento, a hablar un idioma o a practicar un deporte. Entrenar la compasión es un libro interesante que nos introduce en
esta técnica que consiste en la repetición de frases breves para consguir el encuentro
de la compasión con la sabiduría. Estos son algunos de ellos:
-
Sé agradecido con
todos
-
Haz el bien, evita
el mal; aprecia tu locura, reza por ayuda
-
Practica tanto para
la muerte como para la vida
-
Mantén la alegría
(y no pierdas el sentido del humor)
-
No seas falso
-
No analices a los
demás
-
Trabaja primero en
tus problemas más grandes
-
No difames a otros
-
Sé paciente de
cualquier manera
-
Sé sincero
-
No seas celoso
-
No seas frívolo
-
No esperes que te
aplaudan
El primer regalo de este post: la conferencia de Daniel Goleman sobre la fuerza de la compasión. Es una
exposición cortita que no podéis perderos, en la que destila el extraordinario
mensaje espiritual, social y político del Dalai Lama.
El segundo regalo…los párrafos originales que escribe Milan
Kundera sobre la compasión, en La
insoportable levedad del ser de los que hemos hablado al principio de este
post:
“Todos los idiomas
derivados del latín forman la palabra “compasión” con el prefijo “com-“ y la
palabra “passio” que significaba originalmente padecimiento. Esta se traduce a
otros idiomas, por ejemplo al checo, al polaco, al alemán, al sueco, mediante
un sustantivo compuesto de un prefijo del mismo significado, seguido de la
palabra “sentimiento”; en checo: sou-cit; en polaco: wspólczucie; en alemán:
Mit-gefühl; en sueco: med-kánsla.
En los idiomas
derivados del latín, la palabra “compasión” significa: no podemos mirar
impertérritos el sufrimiento del otro; o: participamos de los sentimientos de
aquel que sufre. En otra palabra, en la francesa pitié (en la inglesa pity, en
la italiana pieta, etc.) que tiene aproximadamente el mismo significado, se
nota incluso cierta indulgencia hacia aquel que sufre.
[…]
Este es el motivo
por el cual la palabra “compasión” o “piedad” produce desconfianza; parece que
se refiere a un sentimiento malo, secundario, que no tiene mucho en común con
el amor. Querer a alguien por compasión significa no quererlo de verdad.
En los idiomas que
no forman la palabra “compasión” a partir de la raíz del “padecimiento” (passio),
sino del sustantivo “sentimiento”, estas palabras se utilizan aproximadamente
en el mismo sentido, sin embargo es imposible afirmar que se refieran a un sentimiento secundario, malo. El secreto poder de su etimología ilumina
la palabra con otra luz y le da un significado más amplio: tener compasión
significa saber vivir con otro su desgracia, pero también sentir con él
cualquier otro sentimiento: alegría, angustia, felicidad, dolor. Esta compasión
(en el sentido de jvspó/czucie, Mitgefühl, madkansld) significa también la máxima
capacidad de imaginación sensible, el arte de la telepatía sensible; es en la
jerarquía de los sentimientos el sentimiento más elevado”.
Cuando sentimos verdadera compasión, parece que trascendemos nuestras
dificultades. Cuando sentimos ganas de ayudar y ayudamos nos
convertimos en personas más fuertes, más felices, más resistentes. Creo que la
fuerza de la compasión está en pasar a la acción. “La compasión puede cambiar el mundo” (Jane Goodall). Cambia tú
y cambiarás el mundo. “Tolerancia y
compasión son cualidades de las personas valientes” (Paulo Coelho)"…Por intentarlo que no quede ¿no?, ¿Y si en lugar de querernos tanto probamos
a querernos bien? (Marwan).
Con-pasión
Todos los besos
Todos los besos