Si puedes mirar, ve. Si puedes ver, repara



Reparar: Enmendar, corregir o remediar un daño (RAE)
 “El sabio no se sienta para lamentarse, sino que se pone alegremente a su tarea de reparar el daño hecho” (William Shakespeare)

Todo empezó en 1969 en la Universidad de Stanford, cuando Zimbardo realizó un experimento que acabó siendo una teoría que se sigue estudiando como forma de comportamiento. Dejó dos coches idénticos abandonados en la calle para ver qué ocurría: uno, sin matrícula y con las puertas abiertas, en el Bronx, barrio pobre y conflictivo de Nueva York y el otro, cerrado, en Palo Alto. El coche del Bronx, acabó desvalijado en pocas horas; sin embargo, el de Palo Alto, un barrio rico y tranquilo de California, se mantuvo intacto durante una semana. Entonces, Zimbardo rompió una ventana del segundo vehículo.  El resultado fue que el segundo coche acabó como el primero. Una ventana  rota en un coche abandonado transmite idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación…Si se rompe un cristal de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás, porque se está transmitiendo el mensaje de que nadie cuida de ello. Es la teoría de las ventanas rotas (Wilson y Kelling). El primer paso atrae a los siguientes.

En nuestra vida, también tenemos ventanas rotas que reparar…cuando renunciamos a nuestros sueños transmitiendo el mensaje de habernos rendido, cuando incumplimos una pequeña promesa a la que no damos importancia creyendo que nadie se dará cuenta y, a partir de ahí, nos justificamos una y otra vez…cuando dejamos de cuidarnos y de cuidar a los demás excusándonos con lo mucho por hacer y con la falta de tiempo… cuando aplazamos decisiones difíciles por temor a que no salgan como esperamos …cuando criticamos a alguien, cuando mentimos una primera vez y acabamos perpetuando el engaño, "Si no quieres ser mentiroso, no digas la primera mentira, porque... la próxima vez será más fácil" (Aristóteles).

También pueden aparecer ventanas rotas en nuestras relaciones… si aceptamos algunos comportamientos, si asumimos la ruptura de cristales habitual como normal y no decimos  nada, estamos dañando nuestra dignidad. No podemos encajar ofensas reiteradas porque volverán a producirse una vez y otra vez. Si transigimos una vez, corremos peligro de que el otro piense que puede seguir rompiendo ventanas, traspasando una y otra vez la delgada línea roja del respeto. Lo mismo que si somos nosotros los que las rompemos y, conscientes del daño, no lo remediamos enseguida. Todo se vendrá abajo, todo por no haber arreglado la primera ventana rota en su momento.

Cada vez que rompemos una ventana y no la reparamos, nos alejamos de la persona que queremos ser. Romper ventanas y no arreglarlas nos aparta de lo que es importante para nosotros y, si entran ráfagas de viento frío por todas las ventanas rotas, se hace mucho más complicado encontrar una solución. Podemos elegir, reafirmarnos en el “no todo vale”; tenemos la capacidad de poner límites y  de no seguir la corriente. ELEGIR es un acto radical, innegociable y exige estar muy atento y, cada vez que se rompe un cristal o rompemos uno, es muy importante ponerse manos a la obra para reponerlo de inmediato.

 El regalo de este post me lo envío Gloria y es precioso: Kintsukuroi

Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro. Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso. El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, éstos se acentúan y celebran, ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza.


Todos tenemos ventanas rotas en nuestra vida, vivimos con ellas. Tomar conciencia de que existen y QUERER reparar la ventana que nos rompieron o que rompimos…cuánto antes...es el desafío  ”Si puedes mirar, ve. Si puedes ver, repara” (José Saramago).

Todos los besos