Claridad: Distinción
con que por medio de los sentidos, y más especialmente de la vista y del oído,
percibimos las sensaciones, y por medio de la inteligencia, las ideas (RAE)
“Quién sabe qué será y en qué lugar de la
niebla” (Ángel González)
La teoría del iceberg (también conocida como teoría de la omisión) está
basada en el estilo de escritura de Ernest Hemingway, heredado de sus
comienzos como reportero, un estilo centrado en los hechos, omitiendo la materia
superflua. Él creía que el verdadero significado de un
texto escrito no debe ser evidente a partir del relato de superficie, sino que
el quid de la narración tiene que
residir por debajo de ésta y traslucirse. Esta teoría se aplica a múltiples
campos: sólo atendemos a aquello que percibimos a simple vista (un 20% de
total); el resto, lo que subyace, pasa inadvertido, lo ignoramos. Funcionamos
escogiendo lo que menos esfuerzo nos lleva, buscamos y defendemos la información
que apoye nuestra forma de ver la vida.
Casi siempre me siembra de dudas cuando alguien me dice que tengo
las cosas claras porque realmente no sé muy bien qué significa esta
frase; pero esta mañana bromeando con mi nombre en una estupenda conversación
con MJ, surgió el tema de la claridad y su significado, imposible
no escribir sobre ello…
Creo que tener las cosas claras es mucho más
que saber qué es lo que queremos y lo que no, lo que encaja y lo que no encaja
en nuestra vida. En mi opinión, el primer paso para tenerlo claro es conocerse
“Todo el mundo parece tener la idea clara de cómo las otras personas
deberían vivir sus vidas, pero ninguna sobre la suya propia” (Paulo Coelho). El segundo es regalarse el derecho de elegir honestamente una alternativa de las que la vida nos ofrece en cada
momento. Sí…¡honestamente! . Parece muy tentador, pero tenerlo claro implica
asumir la responsabilidad de la elección, aceptar situaciones que no hemos
elegido pero que son consecuencia de lo que hemos decidido.
Tomamos muchas decisiones: algunas son pequeñas, otras influyen o repercuten en los demás; otras cambian el rumbo de nuestra vida. Con cada decisión creamos nuestra realidad. Desarrollar la habilidad de tomar decisiones claras es esencial. Necesitamos claridad para discernir, luz para decidir, voluntad y determinación para poner en práctica lo que hemos decidido “Tomar decisiones es lo que nos va a permitir ir desde donde estamos hacia donde queremos estar” (Bernardo Stamateas). Tener las cosas claras es el derecho que nos otorgamos para elegir la respuesta, para ser protagonistas de nuestra vida, para ser responsables de lo que nos ocurre. No hay mejor inversión que aquella que recae en nosotros mismos y que tiene el propósito de que nos reconozcamos como responsables de nuestras vidas en lugar de como víctimas de las circunstancias.
Tener las cosas claras ayuda a mantener el
rumbo, a hacer lo que nos acerca a quiénes somos, a qué nos gustaría hacer y
cómo nos gustaría hacerlo “Con saber no basta; con querer no es
suficiente, hay que hacer” (Goethe).
La claridad nos abre caminos; la falta
de ella, nos lleva a caminar en la niebla. Necesitamos solidez y coraje para asumir
el precio que casi siempre se paga por la osadía de enfrentarse a lo gregario,
por ser libres para decidir por nosotros mismos, por mirar a los ojos a esa
incómoda atención selectiva de algunas personas, a menudo llena de juicios,
críticas, rumores, expectativas frustradas y, sobre todo, verdades a medias o
lo que es peor... grandes, grandes mentiras (¡Cómo me sigue sorprendiendo ésto!). Resulta tremendamente difícil ser
rebelde, tremendamente costoso, en todos los sentidos, preguntar, cuestionar o evidenciar
con palabras (o con el silencio) una situación, tremendamente duro
elegir/decidir contracorriente. Creo que el aprendizaje fundamental para tener las cosas claras es aprender a escucharse pero, sobre todo, aprender a NO TENER MIEDO.
El regalo de este post es la recomendación de un
libro: “Iceberg a la vista. Principiospara tomar decisiones sin hundirse”. Tomar decisiones es una necesidad, una
obligación y una responsabilidad. Cada persona es lo que decide ser. El libro
recoge, sirviéndose del naufragio del Titanic, los diez principios básicos que
aseguran un proceso correcto de toma de decisiones con el fin de que consigamos
interiorizarlos y tenerlos en cuenta a la hora de enfrentarnos a los diferentes
retos y problemas. Son éstos:
1. Preocúpate por decidir
bien más que por acertar
2. Identifica claramente
tus objetivos
3. Plantea tus problemas
de forma realista
4. No te autoengañes, es
muy fácil hacerlo
5. Atiende sólo a la
información relevante
6. Reconoce la
incertidumbre y gestiónala
7. Sé creativo y genera
alternativas
8. Ten en cuenta que tus decisiones
tienen consecuencias
9. Lo que decidas, ponlo
en práctica
10. Sé consciente de que
no todo es racionalidad
Así que MJ…¡¡GRACIAS!!... Todo lo que sé, todo
lo que soy, todo lo que hago, todo lo que disfruto, todo lo que he superado, todo lo que tengo, todo lo que pienso, todo lo
que siento, todo lo que creo… TODO me ha
servido para llegar hasta aquí ...TODO
me hace LIBRE para quedarme o salir, para decir o seguir callando, para
insistir o abandonar, para arriesgarme…
Ahora ya sé que es un privilegio poder dirigir mi vida, de forma
consciente, voluntaria y libre y esa se la energía más poderosa, la que te hace
ser capaz de transformar lo que ocurre, la verdadera magia…ahora ya sé, con claridad, que no
es lo mismo que te prefieran a que te elijan.
Clara (gran, gran sonrisa)…claridad… “La niebla es, después de todo, una nube que no tiene ganas de volar” (James Trefil)
Todos los besos