Secreto: Cosa que
cuidadosamente se tiene reservada y oculta (RAE)
“Las
tres cosas más difíciles de esta vida son: guardar un secreto, perdonar un
agravio y aprovechar el tiempo” (Benjamin Franklin)
La Pirámide Acodada de Dahshur,
al sur de El Cairo, presenta una doble pendiente en cada una de sus caras… ¿es
porque se acabó a toda prisa ante la muerte inminente del faraón
Seneferu o porque el ángulo inicial del edificio acarreó problemas
estructurales y se optó por un cambio de planificación? Lo cierto es que fue
uno de los primeros intentos de erigir una pirámide de caras lisas y, sigue en
pie, incluso con parte de su revestimiento original. Tampoco se sabe dónde
fueron a parar los restos mortales de Seneferu porque el faraón construyó
otras pirámides durante su reinado. El proyecto Scan Pyramids, que comenzó
a finales de octubre, utilizará técnicas de escaneo no invasivas para descubrir
los secretos de las pirámides del
Imperio Antiguo, desde Gizeh hasta Dahshur. La Pirámide Acodada ha sido elegida
en primer lugar.
Todos tenemos y guardamos secretos y, todos necesitamos, a veces, contarlos. Es nuestra vida secreta, aquello que nos permitimos
SER cuando nadie está presente, aquello que no deseamos que trascienda. Algunas
veces guardamos secretos para evitar
dañar la reputación de una persona, otras para no revelar información dolorosa.
Hay otros secretos que, si bien conocerlos puede hacer daño, es necesario revelarlos
porque tarde o temprano esa persona lo sabrá o, porque simplemente tiene
derecho a saber. Secretos, misterios y experiencias personales que han
cincelado lo que somos ahora. Disponer de intimidad y de un espacio nuestro es
esencial, un espacio propio y personal, un rincón en el que gestionar los
aspectos de nuestro mundo que no deseamos poner en común. Creo que la vida secreta no
tiene por qué ser oscura o fea o turbia y que, compartir esa parte de nosotros
es, sin duda, una muestra de confianza.
Todos hemos contado, alguna vez, alguno de nuestros secretos y hemos
pedido a nuestro interlocutor que no se lo contase a nadie. Es, en ese momento,
cuando cargamos a nuestro confidente de responsabilidad e, incluso a veces, lo
situamos ante un dilema moral. Por ello, necesitamos medir las
consecuencias que tendrá contarlo para quién lo escucha. Elegir cuidadosamente a quien confiamos nuestro
secreto es crucial, porque es poner
nuestra suerte en manos del otro. La confianza inteligente consiste en maximizar los beneficios de confiar en los
demás, minimizando los riesgos de ser heridos por una confianza ciega. La confianza que depositamos se relaciona con la honestidad, con la prudencia, con
el compromiso y con el conocimiento. Sin confianza no hay encuentro verdadero “Lo que me preocupa no es que me hayas
mentido, sin que de ahora en adelante ya no podré creer en ti” (Nietzsche).
El regalo de este post es pura magia para mí
porque marca los límites, muy personales siempre, de ese espacio de intimidad…
QUIERO IRRENUNCIABLEMENTE saber aquellos secretos de los que dependa tu vida,
tu futuro o tu felicidad.
Por cada herida por confiar en alguien
equivocado, por cada derrota por ese
motivo, hay dos conquistas a nuestro favor. Todos los que confiamos, lo
sabemos. El amor y la confianza son cosas que suceden o no suceden y, cuando no suceden, la relación puede ser buena, pero no será
íntima, y si no es íntima, no será
trascendente. No puedo amarte por decisión, no puedo confiar en ti por
decisión, ni por gratitud ni por nada…
es algo que, simplemente, sucede o no
sucede, algo que permanece o ha dejado de pasar. La confianza es una
entrega que no tiene nada que ver con exigir.
No hay
secreto mejor guardado que aquel que todos conocen (George Bernard Shaw).
Todos los besos