La tierra no tiene ninguna tristeza que el cielo no pueda curar



Trascender: Estar o ir más allá de algo (RAE)
“El ser humano es un ser abierto al infinito” Santo Tomás de Aquino
María cambió hace unos días su estado de WhatsApp y puso esta frase de Tomás Moro que me encantó y, que esta mañana sirve de título a este post. La frase, sin duda, me llevó al concepto de bienestar espiritual, a esa sensación de fuerza que nos acompaña en el día a día, y nos ayuda a centrarnos en lo que, cada uno consideramos sagrado en nuestras vidas. Ese bienestar que despierta nuestra creatividad, da profundidad a nuestra mirada, nos hace ser críticos y autocríticos, aporta calidad a nuestras relaciones y nos regala autodeterminación, sentido de los límites, conocimiento de las posibilidades, transparencia, receptividad y  equilibrio interior. Dentro, en lo más profundo,  existe nuestra  dimensión trascendente, el lugar donde nos reconocemos, nos “construimos” y nos “reconstruimos”. Algunos lo manifestamos como nuestra relación con Dios; otros, como la conexión con el Universo, con el Todo, con la Tierra, con las personas, con  los valores éticos o con el compromiso con causas justas e importantes.

La espiritualidad, como yo la entiendo, habla de aquello que es más grande que uno mismo, de aquello que nos trasciende. Hace unos meses leí el libro de Francesc Torralba, Inteligencia espiritual. Para él, ésta responde a siete preguntas: ¿quién soy?, ¿qué será de mí?, ¿de dónde vengo?, ¿cuál es el sentido de la vida?, ¿para qué todo?, ¿por qué todo?, ¿existe Dios?... “Lo espiritual es lo libre en el ser humano, lo que escapa a lo biológico”.


Cada uno de nosotros, de forma voluntaria,  ha de tener esa experiencia personal e íntima que le ayude a ponerse en contacto con esa dimensión espiritual de la existencia. Cada uno ha de explorar esa posibilidad de descubrir, de desvelar y de comprender aquello que llena nuestra vida de sentido. Experimentar  la soledad, el gusto por el silencio y la contemplación, el ejercicio de intentar comprender más profundamente las cosas, la experiencia de la fragilidad, la práctica de la meditación, la solidaridad,  el ejercicio físico (y también el no hacer nada) pueden ayudarnos…agitar la superficie, baja al fondo, abrirse a los demás desde dentro y dejar que salga la esencia de lo que somos...La vida es un camino que nos lleva hacia un destino final. Todos sabemos que llegar ahí es nuestro desafío. Hay muchas formas de conseguirlo. Sin embargo, existen algunos caminos que son parada obligada.

El regalo de este post es un texto precioso del cooperante Vicente Ferrerfue como descubrir una perla.
A medida que nuestra vida interior se enriquece, también se transforma nuestra forma de pensar, sentir y actuar. Es como si pudiésemos ver las cosas desde perspectivas que antes se nos escapaban. “La tierra no tiene ninguna tristeza que el cielo no pueda curar” Tomás Moro

Todos los besos