En las copas de los árboles susurra el mundo



Árboles: Plantas perennes, de tronco leñoso y elevado, que se ramifican a cierta altura del suelo (RAE)

“Deberíamos vivir tantas veces como los árboles, que pasado un año malo echan nuevas hojas y vuelven a empezar”
 (José Luis Sampedro)

Ser niña en Piplantri (India) es una bendición y también es sinónimo de vida. Cuando una niña nace allí, se plantan 111 árboles, todo un bosque. Cuando las niñas cumplen 5 o 6 años atan unas cuerdas de colores en sus árboles que simbolizan la unión con ellos, ese vínculo lleno de admiración y respeto que les acompañará eternamente. Cuando la niña se hace mujer, tiene para ella todo un bosque que la acoge y que le susurra una vida llena de esperanza. En Piplantri, ser niña es nutrir de vida la tierra, es hacer germinar raíces para que el tiempo dé sus frutos.

“Cuando un hombre planta árboles bajo los que sabe que nunca se sentará, ha empezado a descubrir el significado de la vida” Elton Trueblood. Me encantan los árboles… No sé tanto de ellos como tú, Gloria, pero me gusta contemplar su belleza, su presencia, su fuerza, también la capacidad que tienen para dar cobijo, su recogimiento, la vida que transmiten, su serenidad, “El árbol quiere la paz pero el viento no se la concede” (Proverbio Chino)…su sombra, sus frutos “Son los árboles que dan fruto los que sufren las pedradas” (Eduardo Galeano).

...Robles, pinos, tilos, tejos, castaños, hayas, alcornoques,…mi debilidad es una encina y una morera péndula…quedarme una ratito debajo de ellas me da la vida… Los árboles, como las personas, se llenan de arrugas al envejecer. Los árboles, pueden contar, aprender y recordar.  Las raíces de algunos árboles están tan interconectadas, que al morir uno, el otro también lo hace. Los árboles cuidan de sus vecinos enfermos y mantienen vivos durante siglos los viejos tocones de sus compañeros talados.  En los robledales, las ramas apuntan hacia lados opuestos para no quitarles luz a los árboles cercanos… ¿Sabes?...Los árboles torcidos me parecen hermosos “No hay árbol recio ni consistente sino aquel que el viento azota con frecuencia” (Séneca)nuestras vidas no van rectas tampoco “No hay árbol que el viento no haya sacudido” (Proverbio hindú).

El primer regalo de este post es una recomendación,  una breve y bellísima novela “El hombre que plantaba árboles”, un canto a la esperanza, a la naturaleza, a la generosidad, a la humildad, a la perseverancia, al amor a la vida, al acto de sembrar...“Esa semilla que crees ínfima, contiene un árbol que contiene un bosque” (Alejandro Jodorowsky).


El segundo regalo es un una bonita lección de perseverancia…el bambú japonés.
Cuando se planta  una semilla de bambú japonés, éste no crece inmediatamente a pesar de regarlo y abonarlo regularmente. De hecho, no sale a la superficie durante los primeros siete años. Sorprendentemente, después de esos años,  el bambú crece más de treinta metros en solamente seis semanas…durante los primeros siete años el bambú se dedica a desarrollar y fortalecer las raíces, que son las que le servirán para poder crecer tanto en solamente seis semanas. Además, si en algún momento en esos primeros siete años dejamos de regarlo o cuidarlo, el bambú muere.
El bambú japonés nos dice “NUNCA TE  RINDAS”, no  desistas;…si no consigues lo que quieres, no desesperes… quizá sólo estés echando raíces.

En las copas de los árboles susurra el mundo, sus raíces descansan en el infinito, pero no se pierden, sino que con toda la fuerza de su existencia pretenden sólo una cosa: cumplir la propia ley, la ley que reside escondida en su interior, desarrollar la propia forma, representarse a sí mismos. No hay nada que sea más sagrado, nada que sea más ejemplar, que un árbol hermoso y fuerte” (Hermann Hesse).

Todos los besos