Dos palabras gigantescas: Lo siento


Disculparse: Pedir indulgencia por lo que ha causado o puede causar daño (RAE)
“Las disculpas sacan clavos, pero no curan cicatrices” (Jorge Bucay)

 
Tras destaparse el escándalo contable que acusaba a Toshiba de inflar los beneficios en más de mil millones de euros durante 8 años, Hisao Tanaka, el que fuese su presidente pidió perdón públicamente. Fiel a la tradición japonesa, y una vez hechas las disculpas, finalizó las mismas con una pronunciada reverencia que duró varios segundos. Ese gesto se enmarca en la larga tradición japonesa del perdón y se llama saikeirei, una inclinación de 90º que se utiliza para pedir perdón por una falta grave.

Cuando nos equivocamos, cuando entendemos mal una situación, cuando juzgamos, cuando nos despistamos…Todos ofendemos, herimos o molestamos alguna vez… Disculparse no tendría que ser un mero trámite o una manera de echar tierra sobre el asunto y considerarlo agua pasada cuanto antes. Reconocer cuándo nos equivocamos es tan importante como reconocer cuándo estamos en lo cierto. Decir lo siento puede ser más difícil que decir tenía razón, sobre todo, cuanto más tiempo esperamos para decirlo.

Tras años de estudio, un grupo de investigadores de la Universidad de Ohio, enumeraron los seis pasos fundamentales para que una disculpa sea efectiva. El primero es transmitir remordimiento, expresar con sinceridad que nos sentimos mal. El segundo es explicar de forma clara y breve en qué consistió y cómo se produjo la equivocación. El tercero es asumir, aceptar nuestra responsabilidad; el cuarto expresar nuestro arrepentimiento por lo sucedido. El quinto ofrecer una forma de reparar el daño, una compensación y, el último y al parecer  el paso menos efectivo de una disculpa según estos investigadores, pedir perdón.

LO SIENTO…Dos palabras con poder, dos palabras que curan…¿Probamos?...

El regalo de este post es un video…el papel arrugado…porque, quizá, en algún lugar siempre se recuerda aquello que se perdonó.
Un día mi padre, que me vio solo y triste en un rincón, me preguntó: ¿Qué te ocurre? Yo le expliqué que había gritado a un compañero de clase y que, cuando le pedí perdón, él no aceptó mis disculpas, ya no quería ser mi amigo. Mi padre me llevó a su despacho, me entregó una hoja de papel liso, y me dijo:
– Toma este papel y estrújalo todo lo fuerte que puedas hasta formar una pelota de papel.
– Asombrado, obedecí e hice con la hoja de papel una bola apretada.
– Ahora, estíralo y vuelve a dejarlo como estaba.
Por supuesto, no pude hacerlo. Por más que lo intenté alisar, el papel quedó lleno de arrugas y pliegues.
– El corazón de las personas -me dijo mi padre-, es como este papel. La impresión que dejas en ellos tras tus estallidos de ira queda tan grabada que es difícil volver a dejar el corazón como estaba.
Desde entonces, cuando lo necesito, arrugo un papel.
Lo mejor de mí, lo más bello de mí, es lo que quiero darte, lo que ahora me surge sin esfuerzo…como esas “dos palabras gigantescas: Lo siento” (Markus ZusaK)
Todos los besos