De verdades y mentiras
“La belleza es verdad; la verdad, belleza. Esto es
todo lo que sabes sobre la tierra y todo lo que necesites saber” (John Keats)
La nariz de Pinocho crecía cada vez que decía
una mentira. A nosotros no nos crece, pero un equipo de psiquiatras de la
Universidad de Illinois ha descubierto que ciertos tejidos de la nariz se
inflan cuando mentimos, lo llaman efecto
Pinocho y provoca un picor que hace que nos frotemos la nariz.
…Y ha sido uno de estos días, en los que la verdad parece
mentira y la mentira casi puede con la verdad, en los que apetece hablar de ella, de la verdad como valor ético, como pilar básico donde asienta nuestra existencia, como elemento que da sentido al respeto a los demás, a
la sociedad y a uno mismo. La verdad que, indefectiblemente, vinculamos con la confianza, con la credibilidad (“ser dignos de confianza”), ésta última una virtud ética de primera magnitud que se diluye en momentos de relajación moral.
Porque la mentira es, muchas veces, una acción
consciente, un recurso fácil para eludir la realidad. Mentimos para causar
buena impresión, para caer bien, por inseguridad, por ansiedad, para conseguir
algo, (a veces) para evitar un daño y otras, por costumbre. Pequeñas mentiras
en nuestro día a día que acaban convirtiéndose en las grandes mentiras de nuestra vida. La
mentira difumina y confunde. La mentira causa sufrimiento.
Quizá soy muy exigente (o muy intolerante) con este
tema, a estas alturas y después de leer tantas entradas en el blog, ya os habréis dado cuenta, pero lo cierto es que me manejo mal con las mentiras, la mentira me
parece inaceptable. Desde bien pequeña aprendí que la mayor recompensa por
decir la verdad es que me hace libre; que no hay medias verdades o verdades a
medias ”Es que la verdad no se puede
exagerar. En la verdad no puede haber matices. En la semi-verdad o en la
mentira, muchos” (Pío Baroja)…que
la verdad como la mentira tiene consecuencias, en uno mismo y también en los
demás “La mentira más devastadora es
aquella con la que un hombre se engaña a sí mismo” (Friedrich Nietzsche). También creo que, a decir la verdad se aprende
y que, por eso, es un elemento esencial en la educación del carácter.
Mentir de forma reiterada a los niños ( y con ello enseñarles a hacerlo) les hace frágiles emocionalmente, inseguros,
más débiles y con menos recursos.
La verdad alimenta la confianza en nuestras relaciones.
La confianza que damos y la que pedimos tiene tres dimensiones, la sinceridad,
la competencia y la credibilidad. La sinceridad se relaciona con ser genuino,
con ser auténtico, con no engañar ni tener intenciones ocultas; la competencia
está unida a la capacidad de cumplir nuestras promesas y la credibilidad está
ligada a la fiabilidad, Creo firmemente que sin confianza no
hay encuentro verdadero y que, sin confianza no se puede amar.
El primer regalo de este
post es un cuento de Jorge Bucay, La tienda de la verdad. Si dispones de cuatro minutos, te gustará
escucharlo:
El segundo regalo son dos frases de la novela Un monstruo viene a verme de Patrick
Ness, un libro que podría resumirse en una frase “la verdad os hará libres”...
Creo que la verdadera nobleza reside en caminar toda la vida con pasos
que salen del corazón y en que lo que haces esté de acuerdo con lo piensas, con lo que
sientes, aunque el precio sea alto. “La
verdad anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua” (Miguel de
Cervantes)
Todos los besos