En
tiempo de Adviento
“Los que de
corazón se quieren, sólo con el corazón se hablan” (Francisco de Quevedo)
Sin duda el Adviento (gracias David) es
mi época preferida del año…me encantan estos días previos a la Navidad, estos días
“para prepararse”, para revivir muchos recuerdos que protejo con cariño, para
recordar historias que me llenan de ilusión, de ganas de vivir a pesar de los problemas y,
sobre todo, de ternura...de volcarse en los demás, de cuidarse
y cuidar, de entregarse al mejor amor del que somos capaces.
Tiempo de gestos que emocionan
dulcemente, de detalles en los que ponemos “todo”. Saber
que te quieren es una sensación que reconforta, tener la certeza de que, en estos días de momentos también
difíciles, alguien llegará y te rescatará con una palabra, con una mirada o con un beso...No puede haber amor sin ternura, sin la decisión profunda no hacer daño a quién amamos. Creo que esa ternura, suave,
cálida, delicada y valiente, es la expresión más auténtica, más serena, bella,
firme y audaz del amor.
Me encantan, especialmente en estos días,
los mimos y los cuidados, nuestra hermosa capacidad para apreciar y recibir, la actitud de estar atento y dispuesto, las ganas de tocar el corazón. Me conmueven y me sostienen el cariño, la calidez y esa cercanía cómplice que confiere seguridad y atención. No hay
amor que se base en el descuido porque ¿qué es cuidar sino amar?, y si cuidar es una
prioridad en nuestra vida, tendremos que estar, que hacernos presentes.
El regalo de este post es una frase preciosa de Santa
Teresa:
“Las
palabras llevan a las acciones, alistan el alma, la ordenan y la mueven hacia la
ternura”.
¿Y si vivimos este tiempo de preparativos y “para prepararse” con toda su luz,
con todo su brillo?, ¿y si disfrutamos mucho de
esa ternura que nos rodea, nos acaricia, abraza y protege, que llena de belleza estos días? ¿te apetece?. “Conocer
el amor de los que amamos es el fuego que alimenta la vida” (Pablo Neruda).
Todos los besos